AMLO: un político de culto
Juegos de Poder
Leo Zuckermann
Hubo una época cuando Andrés Manuel López Obrador era el todopoderoso de la izquierda mexicana. Su palabra era ley. Nadie se atrevía a criticarlo. Mucho menos a desafiarlo. Era amo y dueño del PRD. El presidente de ese partido era un subordinado suyo. Cuauhtémoc Cárdenas no le hacía cosquillas. El nutrido grupo de Nueva Izquierda le quemaba incienso. ¿Por qué? Porque era percibido como el próximo Presidente, el primero que surgiría del perredismo.
Pero López Obrador perdió en 2006. Por un pelito, pero perdió. Y muchos meses después todavía era el gran factótum de la izquierda mexicana. Nadie, dentro de los partidos que controlaba, se atrevía a cuestionarlo acerca de su estrategia de radicalización durante el periodo poselectoral al desconocer el triunfo de Felipe Calderón. Sus acciones disgustaron a la opinión pública nacional e hicieron que su popularidad cayera.
Y conforme cayó su popularidad, comenzaron a desafiarlo dentro de su partido, sobre todo el grupo de Nueva Izquierda. El rompimiento fue evidente en las pasadas elecciones federales de 2009. La corriente lopezobradorista tuvo que refugiarse en el Partido del Trabajo. ¿Quién imaginaría que el otrora AMLO todopoderoso acabaría guareciéndose en un partidito al que en su momento impulsó Carlos Salinas de Gortari?
Esta semana AMLO anunció que sí tiene intenciones de competir por la Presidencia en 2012: “Vamos a participar si estamos bien posicionados para entonces, porque todavía falta tiempo y la mafia del poder no me ve con buenos ojos, han querido destruirme, pero si no lo logran, si llegamos bien posicionados para las vísperas de 2012, sí vamos a ir para volverle a ganar a la mafia”. Quién sabe a qué se refiere el tabasqueño con eso de llegar bien posicionado. Lo cierto es que él está en la lucha y que, hoy por hoy, no puede descartarse que aparezca en la boleta electoral en 2012, por lo menos bajo el emblema del PT.
Otra cosa diferente es que pueda conseguir los niveles de preferencia electoral que obtuvo en 2006 e incluso ganar. Se ve tremendamente difícil. Si bien AMLO es el político presidenciable más conocido del país (94% de la población lo reconoce de acuerdo a la última encuesta de Consulta Mitofsky de febrero), su evaluación está por los suelos. El saldo de restar las opiniones positivas sobre su persona menos las negativas da un menos 21 en la encuesta señalada. Se trata del personaje con la peor imagen de todos los presidenciables. Tal como le sucedía a Roberto Madrazo en 2006. Y sabemos que es prácticamente imposible remontar una imagen tan negativa de esa magnitud.
Sin embargo, AMLO sigue teniendo un pequeño grupo de ciudadanos muy leales a su causa. En la encuesta de Consulta Mitofsky hay 7% de electores que espontáneamente dice que le gustaría que el tabasqueño fuera el próximo Presidente. Está en un lejano segundo lugar atrás de Enrique Peña Nieto quien obtiene 25% de las respuestas espontáneas.
Además, AMLO sigue siendo popular dentro del PRD. Cuando se le pregunta a los simpatizantes de este partido quién le gustaría que fuera el próximo candidato presidencial perredista, 59% contesta que AMLO y 27% que Marcelo Ebrard. Este porcentaje contrasta con todo el electorado: ahí 27% se inclina por Ebrard como candidato perredista mientras que 24% lo hace por AMLO.
¿Qué conclusión podemos sacar de la fuerza política actual de AMLO? Que pasó de ser un político popular a un político de culto. Un político con una minoría electoral que lo adora y que, jugando bien sus cartas, podría ser un factor determinante en la lucha de la izquierda por el poder en la próxima sucesión presidencial.
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